Unas 26.000 personas cada año son incapacitadas temporal o totalmente para ponerse al volante, calculan en Asecemp (Asociación Española de Centros Médicos Psicotécnicos).
Otra cosa es que todos los que no están en condiciones de conducir lo cumplan, entre otras cosas porque los centros psicotécnicos no pueden verificar al 100% las enfermedades que tienen los conductores, que pueden omitirlas para no perder el permiso de conducir.
No hace falta padecer alzhéimer, párkinson o problemas visuales severos. Enfermedades como la epilepsia, depresión o ansiedad, la narcolepsia, patologías cardiovasculares (arritmias, isquemias, hipertensión, marcapasos), apnea del sueño, vértigos o diabetes son algunas de las que entrañan más peligro en carretera.
Y es que muchas de ellas y sus tratamientos pueden provocar somnolencia, reducción de reflejos, mareos, visión borrosa o doble, entre otros. Este es el motivo por el que casi un centenar de patologías o deficiencias están recogidas y limitadas en el reglamento (anexo IV), que conviene consultar cuando se vaya a obtener o renovar el carné de conducir. En muchos casos se fijan periodos de renovación más cortos (en lugar de cada cinco años), se impide conducir de noche o durante algún tiempo tras una operación. Y en otros muchos es necesario presentar informe favorable del especialista.
Paradójicamente, la ingesta de fármacos también se ha convertido en un problema. Es la cara B de los tratamientos para controlar las enfermedades. Según datos de CNAE, actualmente el 17% de los conductores consume fármacos de forma crónica, “pero esto no se analiza si no hay un siniestro de por medio con daños personales”.
De hecho, la Dirección General de Tráfico relaciona con los medicamentos entre un 5% y un 10% de los accidentes. Nada raro teniendo en cuenta que hoy el 60% de los españoles toma dos o más fármacos a la vez. Y todo a pesar de que está comprobado que tomar varias medicinas puede influir en los reflejos, la visión espacial, la actividad motora, etc.
Psicofármacos
Los psicofármacos son uno de los grupos más peligrosos, máxime cuando muchos conductores los toman por su cuenta. ¿Quién no ha tomado, en alguna etapa de estrés, Lexatin o lorazepam? Según datos del Instituto Nacional de Toxicología, el 27% de los muertos en la carretera presenta ingesta de psicofármacos solos o en combinación con alcohol o drogas.
Y todo a pesar de que en España los reconocimientos son bastante rigurosos. Mientras que en otros países (como Italia) es solo un médico autorizado el que realiza el examen y expide el certificado, en España estos centros cuentan con psicólogo, oftalmólogo y médico general, cuenta Martín.
Pero en España somos diferentes. Aunque el conductor debería ser más exigente por seguridad propia y de los demás, se da la circunstancia de que los centros que hacen exámenes más exhaustivos son a veces los más perjudicados “porque se corre la voz entre los conductores que no quieren perder el carné. “Es la falta de cultura en seguridad vial”, asevera Martín.
Aunque los problemas visuales son los que absorben el mayor número de rechazos –además de los tres ejes de enfermedades: cardiovasculares, respiratorias y neurológicas–, hay otras que también hacen vulnerables a los conductores y que destaca la empresa Trive.
Enfermedades comunes
Algo cada vez más frecuente como las alergias (en España 14 millones de afectados) son un problema. Además de los antihistamínicos, que suelen producir somnolencia, los estornudos, ojos llorosos o el moqueo producen la pérdida de atención de hasta 30 segundos o más de 800 metros. Con la anemia pasa algo parecido. Quienes la sufren pueden sentir fatiga, mareos, taquicardia o sudoración, altamente peligroso al volante.
La interrupción de la respiración o apnea obstructiva del sueño es otra patología recogida no hace tanto en el Reglamento de Conductores. Dolores de cabeza, somnolencia, déficit de atención, hipertensión o insuficiencia cardiaca son algunas de sus consecuencias. En muchos casos los conductores tienen que presentar un informe médico favorable para renovar el permiso de conducir.
Los diabéticos también tienen muchas limitaciones que hay que conocer. Tanto los que padecen la de tipo 1 (con mayor riesgo) como la de tipo 2 tienen que pasar los controles más a menudo, aunque puede variar a criterio facultativo. Se tiene también que demostrar que no han existido en un año cuadros de hipoglucemia, hospitalización o inestabilidad metabólica.
Además de la apatía, desgana, tristeza y malestar, los fármacos para la depresión tienen contraindicaciones. Es conveniente no conducir al principio del tratamiento ni consumir alcohol o drogas porque agravan los síntomas. La fobias son limitantes. Uno de cada nueve conductores sufre ansiedad al volante y el 20% deja de conducir a causa de ella. La conocida como amaxofobia es más frecuente en: personas que han sufrido un accidente o padecen estrés.
Fuente: Cinco Días