La relación entre una enfermedad y su tratamiento farmacológico con la conducción es compleja y se debe valorar el riesgo y el beneficio que suponen una y otro, respectivamente.
Conocer en qué medida una enfermedad posee un mayor riesgo de tener un accidente de tráfico, es fundamental en la sociedad actual, ya que la pérdida del permiso de conducir puede suponer un problema a determinados conductores. De igual manera, también es importante conocer que, los posibles tratamientos de dicha enfermedad también pueden ocasionar un riesgo añadido a la conducción. Por ello es primordial valorar, en su conjunto, la situación individual del conductor.
En todos los reconocimientos se debe preguntar al conductor si está tomando algún tratamiento en la actualidad, de forma continua o intermitente. Y si la respuesta es positiva, se debe especificar qué sustancias o fármacos consume:
- Nombre de los fármacos o principio activo.
- Dosis, número de tomas y pauta diaria.
- Duración: diariamente (de forma crónica) o de forma esporádica (menos de un mes).
- Quién los ha recetado: médico, farmacéutico o prescripción propia.
- Consumo de plantas medicinales (herboristerías).
En el Anexo IV, apartado 11, se establece una diferencia entre los distintos tipos de consumo: uso habitual, abuso, dependencia y trastorno inducido por drogas o medicamentos.
TIPO DE CONSUMO
-Uso: Cuando las sustancias son utilizadas como un caso aislado, episódico y/u ocasional sin generar dependencia o problemas de salud, (sin descartar el posible daño que pudiera ocasionar una sobredosis). En este respecto, cabe destacar que existen tres tipos de uso:
– Esporádico: cuando se toma una sustancia, en una ocasión concreta.
– Regular: El consumo empieza a presentarse de manera más constante, aunque siempre para determinadas situaciones.
– Habitual: Es el uso más común en el caso de los medicamentos, sobre todo los recetados por un facultativo médico. Un tratamiento concreto para una determinada enfermedad.
Abuso: Cuando el uso de sustancias con efecto psicoactivo se vuelve compulsivo. Este consumo depende de la droga y de la sensación de bienestar que se siente tras su consumo.
Dependencia: Cuando no se puede dejar de consumir una sustancia, porque al hacerlo se presentan síntomas desagradables. La vida cotidiana de la persona dependiente empieza a girar en torno al consumo de la sustancia y se entra en el círculo vicioso de conseguir–consumir–conseguir. Hay dos tipos de dependencia:
– Física: Implica un cambio permanente en el funcionamiento del cuerpo y del cerebro. Se produce cuando se ha generado una tolerancia hacia la sustancia y el cuerpo necesita una dosis cada vez mayor para sentir los efectos deseados. Se puede llegar a presentar demencia o alteraciones perceptivas.
– Psicológica: Ocurre cuando la privación de la sustancia (el no consumo) produce una sensación de malestar insoportable. Es decir, se piensa que “no se puede vivir” sin consumir. Puede derivar en delirium, trastornos psicóticos, etc.
LOS EFECTOS SECUNDARIOS QUE PUEDEN AFECTAR A LA CONDUCCIÓN
– Efecto anticolinérgico: somnolencia, vértigo, visión borrosa y cefalea.
– Efecto sedante: disminución del estado de alerta, reacción lenta ante un imprevisto y somnolencia.
– Hipoglucemia.
– Reacciones de estimulación adrenérgica: vértigo, temblor, espasmos musculares, nerviosismo, taquicardia, irritabilidad e insomnio.
– Efecto neuropsiquiátrico: desorientación, mareo, nistagmo, cefalea, depresión, alucinaciones, agitación, confusión mental, reacciones psicóticas, etc.
– Manifestaciones extrapiramidales: convulsiones, agitación, incoordinación motora.
– Alteraciones oftalmológicas: visión borrosa, trastornos de la acomodación, miopía transitoria, etc. Por ejemplo:
o Reducción del campo visual (visión “en túnel”) con el consumo del alcohol.
o Fotofobia, halos sobre las luces, miopía nocturna por midriasis o dilatación de la pupila, con el consumo de cocaína, éxtasis.
o Problemas para ver los colores con el cannabis.
o Visión doble por miosis o pupila pequeña con la codeína.
o Alucinaciones visuales con el LSD.
– Alteraciones auditivas: acúfenos, zumbidos, hipoacusia.
– Alteraciones circulatorias: hipotensión o hipertensión arterial, arritmias, síncope, parada cardiaca.
LOS FÁRMACOS QUE PUEDEN AFECTAR A LA CAPACIDAD DE CONDUCCIÓN.
1. Antidiabéticos/insulina
2. Anticoagulantes: Sintrom®
3. Quimioterapia
4. Analgésicos
5. Hipotensores o antihipertensivos
6. Antihistamínicos
7. Anticonvulsionantes
8. Psicotropos
9. Otros